Donald Trump aprobó la renuncia del primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, ayer, para insistir en su insólita propuesta de fusionar a ese país con Estados Unidos.
“Si Canadá se fusiona con Estados Unidos, no habría aranceles, los impuestos bajarían, y tendrían total seguridad frente a las amenazas de barcos rusos y chinos que constantemente los rodean”, escribió el presidente electo en las redes. “¡Qué gran nación seríamos juntos”, añadió.
El resto del mundo se pregunta si sus palabras son sólo una provocación o si el presidente electo habla en serio.
El magnate no parece preocupado por desafiar la soberanía de algunos de los aliados más cercanos de Washington. Más bien lo contrario. A días de la asunción como presidente, Trump provoca nuevamente dolores de cabeza en su empeño por mostrarse como el “perturbador en jefe” de las relaciones internacionales.
Conviene recordar que Trump también ha amenazado con retomar el control del Canal de Panamá, y ha reavivado su viejo anhelo de comprar Groenlandia.
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